Erik llega a la sala de OMEGA-Madre donde están las
cápsulas de rehabilitación para Hunters. No hay nadie, todos los guardias se fueron
en busca de MADRE. Mira el lugar, ese lugar donde tantas veces le extrajeron
sangre, donde siempre lo curaron. Se para delante del OMEGA-Madre N° 002 y toca
el vidrio de N° 9, impulsa el brazo hacia atrás para romperlo de una trompada,
pero una voz suave tras suyo lo detiene.
—Yo no haría eso si fuera vos… —voltea para reconocer
a la Teniente Keller apuntándolo con una pistola—. Podría lastimarse…
—Teniente Keller… yo…
—¡Soltá la espada Zero! —lo mira seria, él la suelta.
—No quiero… hacerles daño, sólo quiero ayudar a… mi
hermana, quiero sacarla de acá, con nosotros va a estar mejor…
—¿Nosotros? —levanta una ceja.
—Sí, OMEGA lastima a… mucha gente inocente, mi señor Bleirskin
lastima… gente inocente, no me gusta eso… tampoco que lastimen a mis hermanas…
—Hmph, así que recordaste todo, ¿eh? —baja la pistola.
—Si mi Teniente, pienso cumplir… el deseo de mis
hermanos…
—¿Tus hermanos?
—Mis verdaderos hermanos, Jack, Bruce… y Johnny…
—Así que el Verdugo y los Invencibles eran tus
hermanos, ahora entiendo muchas cosas… —sonríe y se acerca a una máquina, toca
unos botones y desconecta los cables de N° 9. El agua se vacía, los cables y el
respirador se desconectan. Los vidrios se bajan y ella cae al suelo
inconsciente.
—Teniente, ¿qué hace?
—Llevate a N° 9 ya mismo, en la Resistencia va a estar
mejor que con estos pervertidos… —él sonríe y la alza. Ella abre un casillero y
saca dos portafolios, uno blanco y otro plateado, uno tiene las cosas de ella
junto a sus armas, el otro tiene un nuevo traje para él y una pistola-jeringa
para extraerle sangre. Se los da con el rostro serio, luego voltea y comienza a
caminar para irse.
—Mi teniente…
—¿Qué sucede? —responde sin voltear.
—Cuídese mucho… —voltea para verlo y le sonríe con
dulzura.
—Vos también Zero, y cuidá de tu hermana… —voltea y se
va enseguida, antes de que alguna cámara haya captado su complicidad.
MADRE ingresa en la oficina de Ciro, se acerca a él,
que le da la espalda en su silla giratoria, sentado con las piernas cruzadas y
las manos entrelazadas sobre el vientre.
—Mi amada Joan, te estaba esperando…
—Ciro, ¡vine a terminar lo que no me animé a hacer
hace diez años!
—Hmph, ¿esta es tu manera de visitar a tu prometido? —gira
la silla para verla, con una enorme sonrisa. Ella lo mira, creció mucho, ahora
es un hombre de 27 años de mucha belleza, cabello rubio largo por los hombros,
ojos celestes claros y rostro aniñado, con esa sonrisa engreída que lo
caracteriza.
—¡ERAS mi prometido! Estoy casada… —le muestra el
anillo.
—Estabas casada, ahora sos viuda, mi amada Joan…
—¡Y eso es por tu culpa! ¡Mataste a mi Jack! ¡Y no te
lo voy a perdonar jamás! —grita llena de dolor por ese recuerdo.
—Ese imbécil creía que podía robarme a mi prometida, ¡que
te hayas escapado no quiere decir que la boda se haya cancelado! —frunce el
ceño.
—¡Hijo de re mil puta! —lo apunta con la pistola, pero
se cubre la boca y vomita sangre. Él sonríe con picardía.
—Oh, veo que estás enferma y casualmente yo tengo la
cura, si abandonás todo y venís conmigo, te la doy… —se pone de pie y se acerca
a ella, corriendo el escritorio para que haya más espacio.
—¡Ni lo sueñes! ¡Jamás abandonaría a mis hijos! —quiere
pegarle una patada, pero él la esquiva y la agarra del cuello.
—Mientras más grande sos, más hermosa te volvés… —quiere
besarla, pero ella le traba las piernas, haciéndolo caer al suelo.
—¡Sos un pendejo inmaduro y maleducado! —se desabrocha
los arneses y arroja las armas al suelo. Quiere pelear igual que su amado Jack
hizo, y matarlo de la forma en la que él lo mató.
—Siempre voy a ser un pendejo a tu lado, ¿nunca te
dijeron que no hay edad para el amor? —se pone de pie y se quita el saco de su
uniforme elegante, quedándose con una camisa y corbata, se desata la corbata y
la arroja al suelo. Se arremanga y se desabrocha la camisa hasta el tercer
botón— Después de todo el amor que te ofrecí, ¿así me pagás?
—Lo tuyo no es amor, ¡es obsesión! ¡Enfermo! —intenta
pegarle una patada pero él la esquiva diciendo “ups” y riéndose. Intenta darle
otra pero él la esquiva, le frena una trompada y la arroja al suelo. Se ríe de
ella, haciéndola enojar. MADRE salta y le encaja una patada en el rostro
tirándolo al suelo.
—Veo que mejoraste mucho en los últimos años… —sonríe
hacia un costado poniéndose de pie, tronándose los huesos del cuello y moviendo
los hombros.
—Por algo soy MADRE, ¡líder de la RDN! —le lanza
varias patadas que él esquiva con facilidad, riéndose y diciendo “ups,
fallaste”, enfureciéndola. MADRE le lanza otra patada y él se la frena con las
manos, le sostiene la pierna con un brazo y con el otro le da un cortito en el
rostro, le levanta la pierna y la arroja al suelo, se sube sobre ella y la
ahorca.
—¿Y Joan, no vas a ser una Bleirskin? ¿Dónde está tu
marido para protegerte? ¿Dónde está el Verdugo invencible y tan temido? —sonríe,
MADRE se enoja, saca el cuchillo que tiene en la cadera y se la clava en el
costado del cuerpo, sacándoselo de encima.
—¡NO HABLES DE JACK! ¡JAMÁS HABLES DE ÉL! —le da una
trompada en el rostro con mucha fuerza, agarra su cuchillo e intenta cortarlo,
pero él la esquiva, ella vuelve a querer cortarlo pero él para el ataque con su
cuchillo.
—Awww, ¿lastimé tus sentimientos? Lo lamento, pero
aprendí de la mejor… es divertido lastimar sentimientos, ¿no te parece? —le da
una trompada en el rostro—. ¡Enamorar nenes de doce años y coquetearle a su
hermano mayor! ¡Después escapar y casarse con mierda olvidada!
MADRE no puede pelear bien contra él, aún siendo una
gran guerrera, aún siendo temida y siendo líder, Ciro no pelea enserio, se
burla de ella, la trata como a una niña aficionada. Él esquiva todos sus
ataques, se ríe, se burla, la hace enojar, finge dolor cuando ella logra
golpearlo. Y cuando ella quiere atacarlo, se cubre la boca y cae al suelo de
rodillas, vomitando cantidades increíbles de sangre. Él se cruza de brazos,
sonriente.
—Joan, Joan, Joan, ¿por qué no aceptás mi ayuda? Tengo
la cura que tu hermano Richard creó, podría dártela si venís conmigo y cumplís
con el contrato de tu apellido…
—¡Jamás! ¡No quiero nada de vos! —se para
dificultosamente, agarrándose el pecho.
—¡Sí que sos caprichosa eh! Está bien, morirás, ¡pero
bajo mis manos! —quiere cortarla con su cuchillo pero ella lo esquiva. Intenta
nuevamente cortarla, pero ella le frena el brazo, lo voltea y comienza a
ahorcarlo y a forcejear para cortarlo con su propio cuchillo. Él le pega un
codazo en el vientre y se suelta, respira bien, jadeante—. Sos buena, ¿qué
hacías con Jack? Merecías algo mejor…
—¿Y vos sos mejor que él? ¡Jamás! Él peleaba mano a
mano, ¡en cambio vos le disparaste en medio de la pelea y huiste, eso no es de
hombre! —le da una trompada y después una patada, luego otra con la otra
pierna, lanzándolo lejos.
Él se para con dificultad y escupe sangre, sonríe y ella intenta pegarle una trompada,
él se la frena y le dobla el brazo para atrás. La aprieta contra él casi
abrazándola y le toca un pecho mientras le besa el cuello. MADRE, enojada, le
pisa el pie, le pega un codazo en el cuerpo y se suelta para darle dos
trompadas con cada mano, luego, él se para firme y levanta las manos riéndose.
—¿Acaso no es divertido? Pasar tiempo con tu prometido…
Se ríe mientras le pega un par de patadas y trompadas,
haciéndola caer. Ella se pone de pie e intenta golpearlo, él la esquiva muy
divertido, le frena un golpe y la pone contra el escritorio, apoyándose contra
ella. Le besa el cuello mientras le toca los pechos, ella intenta golpearlo
pero él le sostiene las muñecas con una mano, y con la otra le acaricia el
vientre, bajando más. Ella se enoja y le da un cabezazo en el mentón,
soltándose, luego una trompada con fuerza. Él se enoja y la da una trompada con
fuerza por dañarle su hermoso rostro, arrojándola al suelo. Ella desde el suelo
le traba las piernas haciéndolo caer, se sube encima suyo y comienza a pegarle
trompadas en el rostro, una tras otra. Él la da vuelta subiéndose sobre ella,
manoseándola con su sonrisa engreída, pero MADRE le pega una trompada y se
separa. Se acerca hacia él, que quiere pegarle una patada, pero ella se agacha,
le pega en las piernas y lo arroja al suelo. Se acerca enseguida a él tomando
una pistola, y antes de que pueda levantarse le pisa el pecho con mucha fuerza,
casi rompiéndole las costillas, si es que no se las rompió.
—Despedite Ciro, ¡decí tus últimas palabras! —lo
apunta en la cabeza, colocando el cañón contra su frente.
—Aún recuerdo la vez que te vi por primera vez, y más
aún… ¡la vez en que murió tu amado Jack! —se ríe y ella le pisa el pecho con
más fuerza, haciéndolo escupir sangre, lleno de dolor. Cierra los ojos, sabe
que va a morir, los abre y la mira con los ojos lagrimosos, vuelve a cerrarlos
dejando una lágrima caer, diciendo—. Perdoname, amada Dai…
MADRE dispara, ya cumplió, ya está. Terminó, puede
irse en paz… Ciro Bleirskin ya no existe, murió. Cierra los ojos y recuerda esa
vez, su hermano diciéndole que estaba comprometida, y teniendo dieciséis años
debía casarse con un nene de doce, lo odió sólo con verlo, mientras que él la
amó sólo con verla, la llenó de regalos, como un novio hace. Pero no era él
quien le gustaba, sino ese hombre que la saludó con un sensual “hola cuñada…”, para luego hablar horas
con ella y besarla en contrabando.
En el Edén, Eva viaja en el auto junto a su padre,
ambos bien vestidos, su padre con un traje negro muy elegante, y ella con un
vestido lila y zapatos. Richard la mira de reojo, son parecidos entre sí, pero
ella es más similar a Joan.
—Ya casi llegamos…
—Qué interesante… —responde con odio en su voz.
—Por lo menos ponele un poco de entusiasmo a la
situación, estás a punto de conocer al hombre con el que vas a pasar el resto
de tu vida.
—Sí, ¡yupi! —levanta las manos sonriendo con falsedad.
Les abren las rejas y el auto ingresa por ese hermoso
jardín lleno de fuentes de agua y bellas flores. Eva mira la inmensa mansión
blanca, bellísima. El auto se detiene frente a las escaleras y un mozo le abre
la puerta y la ayuda a bajar. Eva mira la casa, aún teniendo su propia mansión
jamás había visto algo tan grande y lujoso. El mayordomo los hace pasar y lo
siguen a través de las distintas habitaciones. Eva queda admirada al ver los
cuadros de pintores reconocidos, un piano blanco de cola en una habitación
llena de muebles antiguos. Siguen avanzando hasta entrar en una habitación
donde hay sillones rojos bien tupidos, una mesita, bibliotecas llenas de
libros, cuadros y pinturas en las paredes, candelabros y cosas finas.
Un hombre de cabello negro está sentado en uno de los
sillones, leyendo un libro cruzado de piernas, al oír al mayordomo hablarle
gira la cabeza y sonríe. Se pone de pie y se acerca sonriendo al reconocer a su
amigo.
—¡Alfred! —Richard sonríe.
—Richard, ¡mi buen amigo! —Alfred abraza a Richard y
mira a Eva—. Y vos debés ser la señorita Eva, un gusto —le besa la mano y ella
se la corre.
—Gracias, igualmente… —le mira los ojos azules, es un
hombre hermoso. Cabello bien corto negro, ojos azules y un rostro varonil. Es
alto y parece estar en buena forma a pesar de sus 42 años.
—Eva, un poco más de respeto —Richard la fulmina con
la mirada.
—No la regañes Richard, ya va a haber tiempo de que me
conozca más y me tenga más respeto, por ahora la prioridad es que conozca a mi
hijo.
—¿Qué piensa él sobre esto?
—Está ofendido, no quiere casarse con alguien a quien
no ame, pero ya se va a acostumbrar, van a tener suficiente tiempo para
enamorarse —camina hacia otra habitación, ellos lo siguen.
—¿Cuándo voy a conocerlo? —Eva camina desganada, casi
arrastrando los pies.
—Ahora mismo, ambos se verán ahora en el salón
plateado… —Alfred se detiene frente a una puerta blanca con los bordes dorados.
—Bueno, es hora Eva… —Richard sonríe.
—No quiero… —se cruza de brazos.
—¡Eva! ¡Entrá
ahí de una vez!
—¡Que no quiero! ¡No pienso estar encerrada con un
tipo que no conozco!
Alfred abre la puerta y Richard la mete a obligadas,
casi empujándola, cierran la puerta enseguida. Eva grita golpeando la puerta…
—¡Me quiero casar por amor! —su voz se mezcla al
unísono con la voz de un chico conocido, voltea para reconocerlo.
—¿Eva? —dice Virgil Jackman dándose vuelta.
—¿Profesor Jackman?
—¡¿Sos vos?! —se señalan mutuamente, sorprendidos, mirando
para todos lados.
—¡¿Qué hace acá?! —grita Eva.
—Vivo acá, ¡¿qué haces vos acá?!
—Yo… ¿usted es mi prometido?
—Eso… eso parece… —Virgil se encoge de hombros.
—No puede ser, no puede ser… ¡lo hizo a propósito! ¡¿Verdad?!
¡¿No quería casarse conmigo acaso?! ¡Usted va a ser muy feliz mientras que yo
no!—lo mira con odio, sintiendo cómo las lágrimas se acumulan en los ojos.
—Eva, ¡sí! Quería casarme con vos, pero no así… no de
esta vergonzante y repugnante forma, por el simple deseo codicioso de nuestros
padres, quería pedirte matrimonio y que me aceptaras… ¡no que te obligaran! Yo
no quiero obligarte a nada… —le toca el hombro mirándola con tristeza.
—Entonces… ¿no sabía nada?
—¡No! ¡Pensé que me iban a casar con Michelle Fury! —se
ríe refregándose la nuca—. Es un alivio, la verdad… Michelle es una buena
amiga, pero jamás estaría con ella. Jamás creí que estaría comprometido con
vos…
—¿Y no está feliz? ¡Tiene lo que quería!
—¡No puedo ser feliz sabiendo que estás conmigo por
obligación mientras que amás a otro!
—Ya no importa eso, voy… voy a olvidarme de Joel, a
tratar de seguir adelante y ver si… ver si puedo enamorarme de usted, no sé… al
menos intentarlo… para no defraudar a papá. —se refriega los ojos llorando,
corriéndose el delicado maquillaje.
—No llores Eva, por favor, no llores. ¡Te juro que si
pudiera cancelar la boda lo haría! Pero no llores por favor…
—¿Por qué le preocupa tanto mi felicidad? ¡Ni siquiera
me conoce!
—Porque me gustás —sonríe.
—¿Por qué le gusto? —frunce el ceño esperando una
respuesta que le agrade, no como todas, el típico “porque sos hermosa”.
—He conocido distintos tipos de chicas, mi trabajo, mi
apellido de renombre hace que deba socializar con diversas personas. Sólo una
cosa puedo decirte, jamás he conocido mujer más increíble que vos… —sonríe,
ella lo mira sorprendida, no era la respuesta que esperaba—. He aquí, un simple
joven que te admiraba de lejos con temor a un cruel rechazo, víctima de los
murmullos continuos y críticas patéticas. Mi persona frente a tu persona,
¿similares u opuestos? Aún no lo sé, pero sé que tus sentimientos te hacen
atractiva, mucho más atractiva de lo que tu propia belleza te hace. Tu humildad
y simpatía, y tu gracia y originalidad al hablar te hacen hermosa… decime, ¿no
es motivo suficiente para conquistarme? —mira un cuadro de una mujer hermosa—.
Cuántas bellas mujeres habitan el mundo, cuántas de ellas son simplemente
belleza irreal y comprada… mientras que muchos hombres gustan de lo irreal y
común, mi gusto está en la originalidad, en esa belleza exótica… —la mira con
una sonrisa dulce—. En vos Eva… —ella sigue impactada, tiene una manera de
hablar tan… peculiar, tan elegante—. ¿Qué sucede Eva?
—N-nada, es que… es la primera vez que me dicen algo
así —baja la mirada con tristeza.
—Acostumbrate, porque esa es sólo una pequeña parte de
la inmensidad de mis pensamientos hacia vos, sos mucho más que eso —le toca la
frente con el dedo índice, sonriendo.
En la RDN Hayleén está al lado de su mamá, que
continúa durmiendo, la mira transpirar y jadear quejándose de dolor. MADRE se
despierta y comienza a vomitar cataratas de sangre, asustando a su hija, que se
desespera. Ella le sonríe y le dice la verdad, “me estoy muriendo”. Hayleén
llora y le pega, no quiere creerle. MADRE la mira seria diciéndole “sos una
Dissel, sos hija de Jack el Verdugo y de Joan MADRE, tenés que ser fuerte”.
Hayleén asiente tragándose las lágrimas y sale corriendo de la habitación, se
choca a Ángel, choca a medio mundo. No le importa, ¿qué le puede importar? Su
madre se muere…
Entra al comedor, donde están Rebeca, Joel, Levi y
Erik, al ver a su tío corre hacia él y se le tira encima llorando, abrazándolo.
Él la mira preocupado, preguntándole qué sucede. Y cuando ella le dice “tío”
delante de todos, los presentes se sobresaltan preguntando sobre eso, Erik
explica que ella es hija de su hermano Jack, luego mira a Hayleén, se suponía
que era un secreto…
Joel se pone de pie sin dudarlo y corre a la mayor
velocidad posible al oír que MADRE muere, empujando a todo quien ve sin
importarle nada. No puede creerlo, no quiere creerlo. Entra a la habitación de
MADRE y la ve ahí, acostada en la cama cubierta de sangre y un rostro
adolorido. Pálida y ojerosa, completamente demacrada. La mira con horror y los
ojos llenos de lágrimas.
—¡MADRE! —grita desesperado acercándose a ella para
agacharse a su lado.
—Joel, ¿cómo te fue adentro? —sonríe con dolor.
—¡Eso no importa! MADRE… ¿Por qué? ¿Por qué no me dijo
nada? —las lágrimas recorren su hermoso rostro.
—Me dejarían en una cama… esperando mi muerte, yo… soy
una guerrera, mi vida está en la batalla, no en… una cama… —sonríe—. Joel,
¿Eva… está bien?
En ese momento entran Rebeca acompañada de Levi, Erik
y Hayleén. Rebeca se cubre la boca impactada al verla así, hacía unas horas
estaba bien, o al menos lo disimulaba muy bien. Levi está shockeado, no puede
creerlo, no quiere creerlo. Tiene ganas de llorar, pero al ver a Hayleén en ese
estado de desesperación se dedica a consolarla.
Joel aprieta en sus manos las sábanas manchadas de
carmesí y apoya la frente en el colchón, empapándolo en lágrimas. Rogándole que
no lo deje, diciéndole una palabra que a MADRE le llega al alma y al corazón,
una palabra que siempre deseo oír de su voz. “Mamá”. Y sacando fuerzas de algún
lado, lo abraza diciéndole cuánto lo ama, lo orgullosa que está de él. Y con su
otro brazo acerca a Hayleén, besándole el cabello. Ambos hijos, el elegido y la
biológica. Luego los suelta y se dedica
a mirar a sus hijos presentes, en especial a dos, Levi y Joel, los rivales, que
desde los ocho años compiten entre sí, insultándose y golpeándose.
—Joel, Levi, quiero… quiero que se lleven mejor,
quiero que se cuiden mutuamente y que se quieran…
—¡Pero si ya lo quiero! —dicen ambos al mismo tiempo,
sonriendo. Luego reaccionan al escuchar la voz del otro y se señalan diciendo
lo mismo—. ¡GAY!
—¿Por qué siguen peleándose…?
—Es que es divertido… —Joel se encoge de hombros.
—Sí, es divertido…
MADRE los mira, les sonríe y les pide que vayan a
buscar a Eva. Joel se niega a dejarla sola, pero ella se lo pide por favor,
diciendo que hay algo que sólo Eva puede hacer por ella…
Eva termina de cenar con la familia Jackman, soportando
los “insultos” de Ulrich a su hermano menor Virgil, y las respuestas del mismo.
Ve la forma en que lo tratan, tan despreciativamente, y su padre en vez de
defenderlo o parar la discusión, le da la razón a Ulrich, su primogénito,
regañando a Virgil. Pero cuando Ulrich se mete con Eva, diciendo que “alguien
como vos, Virgil, no merece alguien tan hermosa, es perfecta para mí”, haciendo
que su hermano se llene de odio y se ponga de pie decidido a golpearlo, Eva
opta por tironear del brazo a su nuevo novio y llevárselo lejos de ahí,
evitando una pelea.
¿Por
qué lo tratan así? Está bien que es soberbio e insoportable, pero… ¿tanto como
para tratarlo así? No está bien…
Virgil camina serio, llevando de la mano a Eva,
diciéndole que irán a su oficina. Los sirvientes que se cruzan se inclinan al verlo,
saludándolo con respeto. Él les sonríe y les habla como si fueran amigos y no
sirvientes, luego sigue su rumbo con Eva. Suben unas escaleras y caminan por
esos largos pasillos hermosos, llenos de bellas pinturas y adornos finos, hasta
detenerse en una puerta blanca con bordes dorados. Al costado de la puerta hay
una pantalla holográfica donde Virgil comienza a poner su código. Eva se ríe
diciéndole que es un modelo inservible ese, que la seguridad del software es
patético. Saca un aparato y lo conecta a la pantalla, él la mira y se ríe diciéndole
que no va a poder abrirla, pero al ver que hackea la puerta y la abre, la mira
impactado, se refriega el rostro y afina la voz al decirle “no vuelvas a
hacerlo, me hacés sentir estúpido”. Ingresan y Eva se queda helada al ver la
supuesta oficina. Lo mira con odio, luego mira esa habitación hermosa y enorme
en color celeste cielo, una mesa ratona de vidrio rodeada de dos sillones
negros y blancos, una biblioteca enorme llena de libros junto a un escritorio.
La cama de dos plazas contra la pared, rodeada de dos mesas de luz, un cuadro
de Einstein se luce en la pared, junto a algunas fotos familiares, pero lo que
más llama su atención es un caño cerca de la cama que da a pensar muchas cosas.
—¡Dijo que me llevaría a su oficina! —lo mira con odio
y lo empuja.
—Y ahí es a donde nos dirigimos… —cierra la puerta.
Eva mira a su alrededor y pone distancia entre ambos,
él le extiende la mano y ella se aleja más. Virgil se ríe diciéndole que no va
a hacerle nada, pero ella mira nuevamente el caño, llamándolo “pervertido”, él se
pone a la defensiva explicando que ese cuarto pertenecía a su abuelo y que al
heredarlo lo recibió así. Se enoja,
siente que lo trata como a un violador o a un pervertido, pero se acerca a una
escalera que da a la parte de abajo, suspirando y murmuando cosas en francés. Baja
las escaleras y llama, quien se niega alejándose aún más. Virgil resopla refregándose
el rostro, Eva espera un poco y luego baja diciéndole que si la toca lo va a
castrar. Lo ve colocar unos códigos en una puerta metálica para luego entrar. Al
mirar bien a su alrededor nota que se encuentra en la oficina de Virgil, una
habitación aún más grande que el cuarto, a la derecha hay sillones y una mesa,
cerca de ahí una barra y botellas de alcohol. Contra las paredes hay bibliotecas
que llegan hasta el techo de tantos libros. A la izquierda una cortina blanca
abierta, donde se pueden ver cristaleros llenos de armas, una pizarra a fibrón
contra una pared llena de cuentas matemáticas y químicas. Una gran mesa
rectangular con hologramas girando en pentágono encima, mostrando planos y
modelos de armas. Papeles en un rincón, por todos lados, también una heladera
llena de bebidas y algunos alimentos, junto a un mueble con snacks. Y en una
pared, un inmenso cuadro de una bella mujer de cabello castaño, sonriendo
mientras huele una flor.
—Wow, ¡es impresionante! —dice Eva mirando todo eso,
es aún más grande que la simple oficina aburrida de su padre.
—Acá es donde trabajo, paso acá casi todo el día
tratando de perfeccionarme —sonríe apoyándose en la mesa cruzado de brazos.
Ella lo mira, perfeccionándose en armamentos, le parece completamente
despreciable—. Sentate tranquila en donde quieras… —se acerca a uno de los
sillones, rojo.
—¿En que estaba trabajando? —mira la pizarra a fibrón.
—En una manera de utilizar la electricidad y el aire
alrededor para crear un arma distinta. No hay nada más poderoso que la
electricidad —sonríe.
—Es 0, no 2… —mira con atención los números en la
pizarra.
—¿Qué?
—Acá, el resultado es 0, no 2, “- 2 + 2”, se anulan
mutuamente, haciendo que el resultado sea 0. Jackman, usted es profesor,
debería saber las reglas, por eso no le daban los números para la siguiente
ecuación… —le corrige con el fibrón, luego mira, Virgil se cubre el rostro con
las manos, como si estuviera triste—. ¿Te pasa algo?
—Te ruego que no corrijas mis equivocaciones, primero
la puerta, ahora las cuentas… no me hagas sentir más inútil y mediocre de lo
que ya de por sí me siento…
—¿Inútil, mediocre? ¡Usted es un genio! ¡Mire las
cosas que creas! —le muestra con las manos el lugar a su alrededor, lleno de
increíbles armas desconocidas.
—Tenés suerte, Industrias Lambert e Industrias JOAN
son empresas tecnológicas, en cambio Industrias Jackman son industrias
armamentistas. Nací rodeado de armas, las uso desde que tengo conciencia y las
creo desde niño… es lo que sé hacer. Tenés suerte, lo que ustedes hacen no hace
daño a nadie… —baja la mirada con tristeza.
—Yo no estaría tan segura…
—¿Qué? ¿Por qué lo decís?
—Por nada en especial —corre la mirada al recordar a
Levi siendo usado como experimento, y a Erik siendo un Hunter—. ¿Qué diría si
le digo que las armas que su familia hace para los Bleirskin matan a gente
inocente de afuera sólo por ser pobres?
—Te diría… que ya lo sé —suspira refregándose el
rostro, ella abre la boca impactada y decepcionada, luego lo mira con odio.
—Ja, ¿lo sabía? Vi morir a esa gente con las armas de
su familia, curé sus heridas, sequé sus lágrimas… inclusive, yo estuve a punto
de morir a manos de una Hunter que nuestros padres crearon.
—¡¿QUÉ?! —la mira enseguida, preocupado.
—¿Realmente… sabía que existía la Tierra de los
Olvidados y encima ayudó a que los mataran? —retrocede un paso—. Por un momento
creí que en usted existía algo bueno…
—Entonces, ese mes que desapareciste ¿estuviste afuera?
¿Cómo saliste?
—No lo sé, no sé como salí… lo último que recuerdo
antes de salir es que… es que… —recuerda las zapatillas verde flúor, naranja
flúor y amarillo flúor. Corre la mirada con tristeza—. N-no importa…
Como comienza a llorar al recordad todo lo sucedido, y
Virgil se muestra tan preocupado, Eva le cuenta lo que le pasó, el dolor y la
desesperación, el miedo y la tristeza que la invadieron, y trata de olvidar,
fingiendo que jamás sucedió. Él la abraza consolándola, pero mientras más oye,
el rostro afligido de Virgil va mutando de a poco, se oscurece, se llena de
odio, de impotencia, de ira. La hace sentarse y le da un vaso con agua, luego se sienta a su lado mirando el techo,
suspira, mira a su alrededor, los planos, las armas que crea.
—¿Sabés algo Eva? Creo armas por placer, porque me
gusta crear, me gusta superarme a mí mismo. Tengo la extraña necesidad de ver
hasta dónde puedo llegar, de perfeccionarme, de… ver que mi existencia en este
mundo es de utilidad y tiene un sentido especial y único. No las vendo, las que
vendí por obligación eran de bajo nivel, las peores que tenía, jamás vendería
estas que están acá, son… demasiado destructivas, demasiado monstruosas. Y
mantengo este lugar cerrado porque tengo miedo de que mi hermano entre y me
robe los planos. A él y a mi padre les gusta el dinero, yo… no lo sé, no
mentiré al decir que me desagrada, no imagino mi vida de otra forma que no
fuera esta, sin embargo el dinero no es lo que priorizo en mi vida —se queda en
silencio, respira hondo y sigue—. Este lugar pertenecía a mi abuelo, él me lo
dejó a mi porque sabía que yo… era distinto a mi familia —baja la mirada con
tristeza—. Nadie más que yo entra acá, nadie lo conoce…
—¿Por qué me lo muestra a mi?
—Porque sos mi prometida, se supone que no debe haber
secretos entre nosotros —se encoge de hombros sonriendo.
Eva lo mira, sonríe y se sienta a su lado. Se quedan
en silencio un rato luego, sin saber qué decir, pero luego él se ríe, nervioso,
y saca de su bolsillo una cajita aterciopelada azul. Se ríe nuevamente y le
dice que deben usarlos ahora, aunque no quieran. Eva abre la cajita, ve las dos
alianzas de plata, bellísimas, con pequeñas ramitas enredadas sosteniendo un
pequeño rubí. Ella se queda impresionada mientras que Virgil le coloca el
anillo sonriendo, está nervioso y se ríe, y cuando se ríe se le marcan hoyuelos
en las mejillas, embelleciéndolo aún más.
Eva no sabe qué decir, sólo sonríe viendo la alianza
en su dedo anular. Virgil la toma del rostro y le besa la frente, haciendo que
ella lo mira confundida, esperaba otro tipo de beso…
—Si es mi novio, ¿no debería besarme de verdad? —baja
la mirada avergonzada, él sonríe.
—Sí, pero no… porque a pesar de que me muera de ganas
y me muera de rabia por dentro, tu primer beso tiene que ser con la persona que
amás, o sea Joel… —ella se pone roja, ¿cómo sabe que no besó a nadie? Él sonríe
como si leyera sus pensamientos—. Siendo profesor uno escucha muchas cosas en
los pasillos… una vez que lo beses a él no sentiré remordimiento, además, no me
vale de nada besar a alguien que me desprecia completamente… —se refriega la
nuca riéndose, luego la mira de forma intensa—. ¿Puedo pedirte un favor?
—Supongo…
—¿Podrías tutearme y dejar el “usted” a un lado? Sólo
tengo dieciocho años, me hace sentir extraño…
Eva se ríe y asiente con la cabeza, lo mira y sonríe,
quizás no sea tan malo después de todo. Quizás su noviazgo, su boda, no sean
tan malas. Quizás podría salir algo bueno de ellos.
A pesar de no soportarlo es un buen profesor, ¿y si le
quitan el trabajo por estar con ella? Eso no se lo perdonaría, ¿cómo van a
resolver eso? Quizás el dinero silencie a la escuela. Decide no pensar en eso y
concentrarse en conocer a su nuevo novio…
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