~Los Vendados~
Su nombre era Mica, una dulce y bondadosa niña creyente en
los cuentos de hadas; cuentos contados por sus padres, cuentos que fueron
pasados de generación en generación. Mica amaba a la princesa del cuento, la
buena e ingenua plebeya que se convirtió en princesa. La admiraba, tal como sus
padres, tal como sus abuelos. Y Mica creció en ese cuento, creció con sus
enseñanzas, y soñaba ser la princesa Analía. ¡Cuánto admiraba a esa mujer!
Sus amiguitos la amaban, al igual que los demás, Analía, la
princesa Analía, la caritativa princesa que ayudaba a los demás. Verla en
pósters y revistas era una alegría, escuchar a la gente hablar tan bien de
ella, ¡wow!… realmente admiraba a esa mujer.
Hubo un día en el que la pequeña Mica, ya no tan pequeña, ya
más mujer; se encontró con gente que odiaba a la princesa, como también, gente
que admiraba sus logros y despreciaba su ideología… Mica se enojó con ellos,
los insultó, defendiéndola. Pero esa gente, mucho más sabia, mucho más
preparada. Gente intelectual que había dedicado su vida a leer todos los
cuentos de distintas princesas hasta encontrar la mejor; esa gente le enseñó
algo, y sólo una frase bastó para enmudecerla. “Hablar con sabiduría, con conocimiento y elocuencia es fundamental a la
hora de defender tu cuento” y Mica los miró, perdida, confundida. Y
continuó defendiendo lo que ella creía como perfecto…
Tiempo después, Mica –ya dudando la verdad de todo, de sus
pensamientos y acciones– decidió investigar, tal y como hicieron esos sabios
señores. Leyó y leyó, días, meses, años. Toda clase de cuentos, de historias y
novelas pasaron por sus manos, y sus verdes ojos leyeron cada palabra, cada
frase y renglón. Y así creció, dudando todo, confundida, perdida.
Mica, al terminar de leer el último cuento, cerró su
libro, miró a su madre con el rostro cubierto de lágrimas, y apretando los
labios arrojó su cuento preferido contra la pared. Su heroína no era más que
una farsa…
Miró el mundo a su alrededor, sintiendo que su negra venda
resbalaba por su rostro. Viendo su dulce rostro luego de tanto tiempo.
Vio a la gente con las vendas, y corrió por las calles,
desesperada, con el rostro lleno de lágrimas. A cada esquina, más gente con
vendas, más y más ciegos. Y se sintió sola… volvió a mirar, los vendados la sentían
ahí, la despreciaban, la olían, la miraban a través de sus máscaras oscuras,
murmuraban cosas, la señalaban. Y ella se miró en el reflejo de un vidrio, no
se veía nada malo, siguió mirando, nada. Luego notó el porqué del desprecio, no
llevaba la venda negra en los ojos…
Corrió aterrada, buscando alguien igual. Y llegó a otro
barrio, vendas, vendas y más vendas. Vendas de distintos colores, rojas,
azules, rosas, verdes; todas vendas de distintos cuentos, todas personas
encerradas en su cuento, en esa fantasía no existente. Y viendo la locura de
las personas, viendo el odio, el desdén y la ira desbordada sobre ella, sintió
más miedo que nunca. Sintió deseos de correr hacia los débiles brazos de su
madre. Y obedeciendo a ese simple impulso, corrió hacia su casa, viendo
distintas vendas en el camino. Y la gente la maltrataba, la insultaba, otros la
miraban con lástima, otros, no la miraban. Y otros, sólo unos pocos, respetaron
su decisión de quitarse la venda.
Al llegar a su casa, Mica giró la llave en la puerta, miró
a su alrededor buscando no ser perseguida, viendo así, a un chico sin venda,
siendo lastimado por distintos vendados, vendados negros, rojos, y amarillos.
Lo patearon, y un vendado negro sacó un arma; fue ahí que Mica decidió defender
su pensamiento y actuar, ayudó a ese chico y lo llevó a su casa. Pero al
entrar, se dejó caer al suelo llorando; su familia entera tenían vendas
distintas y se mataban entre sí. El chico miró a Mica, le tocó el hombro y
agarró un libro viejo de la biblioteca, mostrándole un cuento distinto, ella no
quiso agarrarlo, no quería más vendas en los ojos. Él sonrío, y le dio un par
de anteojos, para que vea mejor…
Sólo ellos dos estaban ahora, rodeados de vendados. Sin
darse cuenta que –por más trasparencia de sus lentes– estaban vendados como los
demás, atados a una nueva fantasía…
~Pequeño Dulce Amor~
Viajo sentada al lado de mi mamá, vamos a la plaza en
el auto negro, ayer me prometió traerme y comprarme un helado, espero que lo
haga. Veo la plaza de lejitos, hay muchos nenes jugando, muchas mamás y papás y
algunos hermanos mayores. También hay señoras tomando mate, como mi mamá hace
con mi papá a la tarde. Mami me mira y me sonríe, ¡llegamos! Me dice que no me
ensucie mucho, y yo corro a los juegos y me subo al tobogán y me tiro. ¡Es muy
divertido! Me tiro otra vez, y corro hacia las hamacas, pero otros nenes la
agarran, no me dejan subir. Entonces corro hacia el sube y baja, y lo agarran
unos nenes más grandes y se ponen a jugar ellos. Miro a mi mamá, está hablando
con un señor feo y se ríe.
Regreso a las hamacas, espero-espero que se vayan
rápido... y no se van, y espero-espero y no se van nunca. Y cuando se van,
agarro la hamaca feliz y un nene feo y gordo me empuja y se sube, y me saca la
lengua. Le digo que la hamaca es mía y él se ríe y se sigue hamacando. Me pongo
a llorar, ¡la hamaca era mía!
Después, el nene gordo y feo se para y se va, y otro
nene agarra la hamaca, y yo lloro más fuerte, llamando a mi mamá que no viene y
que habla con ese señor feo.
—¡Tomá! —el nene sonríe.
—¿Qué...? —lo miro.
—Tomá, agarrá la hamaca yo no la quiero.
—¿De verdad? *-*
—¡Sipi! ¡Agarrala vos!
Sonrío y me siento en la hamaca, y el nene se sienta
en la escalera de caños y mueve los pies que cuelgan, sonriendo. Me mira y yo
lo miro.
—¿Cómo te llamás? —me pregunta.
—Martina, ¿vos?
—¡Yo me llamo Santi!
—¡Santi! ¿Querés jugar conmigo?
—¡Sí! Juguemos, ¿a qué jugamos? —sigue moviendo las
piernas que cuelgan.
Me bajo de la hamaca y jugamos por mucho tiempo,
corremos y nos reímos. Santi me cuenta de sus amiguitos y yo le cuento de los míos,
es más grande que yo, tiene 7 años, ¡es grande! ¡Está en la escuela! Yo quiero
ir a la escuela y usar un guardapolvo blanco como los nenes grandes!
Mamá me llama para irnos, me despido de Santi y me voy
corriendo, nos hicimos amiguitos. Y todo el camino le cuento a mamá de Santi y
ella se ríe, me pregunta cuál era y yo le digo "ese nene de pelo negro y
remera roja". Me mira tratando de adivinar de quién hablo, ¡pero si ella
no miró nunca! Y después sonríe y me dice "Ah, sí, el chico
morenito". ¿Morenito? ¿Por qué morenito? Y no sé porque dice que es
morenito... ¿porque tiene el pelo negro? ¿O porque la piel es como dulce de leche?
Dulce de leche, ¡qué rico! Pero mamá me mira seria, me dice “Martina, ¡con esos
negros no quiero que juegues!” ¿Por qué habla tan feo de Santi? Si es bueno,
¡me dio la hamaca! Espero jugar con él pronto, porque fue muy divertido todo...
***
Soñé que veía a Martina jugar en la plaza, y ese sueño
me hizo muy feliz. Cuando le conté a mamá me miró y se río acariciándome la
cabeza. Y yo le dije que de verdad me hizo feliz, pero ella seguía riéndose. Me
enojé y me crucé de brazos, haciendo pucherito, enojado. Ella se pone seria y
me mira, ¡le digo que en verdad me hace feliz verla en la plaza! No sé porqué
se ríe, si no es gracioso...
Me mira y me dice que hoy me lleva a la plaza otra
vez, así puedo ver a Martina. ¡Sí! ¡Puedo jugar con ella si va! No sé porqué,
pero mamá me mira seria, me dice que gente como ella no quiere a la gente como
nosotros, ¿por qué? No lo entiendo… ¿qué tiene de malo que Martina y yo seamos
amiguitos? ¿Por qué somos diferentes? Ella es una nena y yo un nene, pero no
entiendo de qué habla… se lo pregunto, y me dice “Santi, la gente como ella no
se junta con gente de nuestro tipo, esa es la verdad. Hay una gran diferencia
entre nosotros…” La miro sin entender, ella sonríe, me acaricia la cabeza, y me
explica mejor para que yo entienda, diciéndome “nosotros somos pobres Santi,
esa nena no lo es. Esa es la diferencia, mamá cobra una plata del gobierno
porque no consigue trabajo, y esa nena tiene una mamá y un papá que pueden
darle todo…” Ahora sí lo entiendo, no me gusta eso… siempre veo nenes con
juguetes nuevos, con cosas nuevas y yo también quiero, pero sé que no puedo. Y
a veces esos nenes no lo aprovechan, yo sí lo haría, capaz que porque no lo
tengo, ¡pero lo aprovecharía mucho! No me importa que Martina tenga más
juguetes que yo, es buena y divertida, y es mi amiga… No importa que ella tenga
el pelo amarillo y yo negro, que ella tenga piel blanquita como leche y yo más
oscura, o que ella tenga los ojos como el cielo y yo marrón como el chocolate.
Mamá dice que la gente como Martina es mala, que son egoístas y creídos, y que
les divierte molestar a la gente como nosotros, pero no me importa, yo quiero a
Martina…
Y mamá me lleva a la plaza, me pongo a jugar con todos
los nenes, me divierto con la pelota, la pateo y la pateo. Busco a Martina,
pero no la veo, pensé que podía verla si venía, así jugábamos juntos… ahora me
siento triste y quiero irme, se me fueron las ganas de jugar en la plaza. Corro
hacia mamá y la abrazo, ella me mira preocupada, luego sonríe y me lleva de
vuelta en la bici hasta casita.
***
Mamá no quiso llevarme a la plaza, yo quería ir a
jugar con Santi, pero mamá no quiso, dijo que esa gente es mala, que Santi es
malo, que me va a lastimar… ¿por qué me lastimaría? No lo entiendo… ¡si somos
amiguitos! Y lo extraño, quiero volver a jugar con él… Mamá dijo que mañana
después del jardín me lleva a la plaza, pero siempre dice lo mismo, ¡espero que
esta vez lo diga de verdad!
***
Hace mucho que no veo a Martina y que no juego con
ella, pero ya no importa, mamá dice que seguro no se acuerda de mí, y que las
amistades de la niñez no duran nada. Yo no le creo, para mí que vamos a seguir
siendo amigos por mucho-mucho tiempo, porque si yo la quiero y ella me quiere,
¿por qué dejaríamos de ser amiguitos?
Mamá me lleva a la plaza hoy, quiere que practique con
la pelota, dice que soy bueno para mi edad, y que eso puede darnos un futuro…
no sé a qué se refiere, ¡pero es divertido! Llegamos a la plaza y corro a los
juegos, me hamaco un poco, me tiro del tobogán de cabeza, como hacen los nenes
más grandes, y es divertido. Y corro con otros nenes, y me río. Y después juego
a la pelota… y mientras juego, la veo correr con un guardapolvo del jardín,
Martina va a sala amarilla, tiene 5 años. La mamá la reta y le quita el
guardapolvo, y ella corre con un vestidito blanco con puntitos negros, tiene un
peinado raro, mamá les dice “rodetes”, tiene dos de esas cosas en la cabeza, le
queda lindo. Y la veo sonreír, y su sonrisa es mucho-mucho más linda que la de
los demás nenes. Corre feliz, se sienta en la hamaca y se ríe. Mueve los pies
en el aire, se ve muy contenta y eso me pone feliz, porque es muy buena. Y me
parece muy linda también, es muy linda.
Escucho a mamá hablar con una chica, hablan de amor y
de chicos, mamá dice que le gusta el repartidor de la carnicería, eso yo ya lo
sabía. Gustar… y ahora que miro a Martina y que la veo tan linda, me parece que
me gusta, ¿es posible? Me acerco a mamá y su amiga y le hablo.
—Mami, me gusta Martina, ¿puede
ser mi novia?
—¿Qué? – me mira y se ríe.
—Que me gusta Martina…
Se ríe y me acaricia la cabeza, su amiga dice que soy
tierno. ¿Por qué no me creen? Lo digo de verdad… me acuerdo que una vez vi en
una película que los hombres enamorados le dan flores a las mujeres. Miro a mi
alrededor y busco alguna flor, veo unas lilas, corro hasta ahí y arranco una.
Es muy bonita, como ella. Con la flor en mi mano la busco, y la veo hamacándose.
Y sonrío al verla, corro hacia ella, me mira y sonríe.
—¡Hola Martina!
—¡Hola Santi!
—Esto… emmm… bueno... ¿cómo estás?
—Bien… ¿vos? ¿Querés jugar
conmigo?
—Si… ammm… tomá, es para vos… —estiro
la mano y le doy la flor, ella sonríe muy feliz.
—¿Para mí?
—Si… —bajo la mirada, tengo
vergüencita.
—Gracias Santi… —me da un beso en
el cachete con los ojos cerrados y los brazos hacia atrás, y yo me siento muy
avergonzado.
—Martina… ¿querés ser mi novia?
—¡Sí!
Me agarra la mano y caminamos así
por la plaza, mientras nos reímos de cosas graciosas. Siento un poco de
vergüenza, pero se siente lindo a la vez, y más vergüencita siento cuando
Martina me besa el cachete. Siento que me pongo todo rojo, como un tomate, y la
cara la siento más caliente.
Y mientras jugamos juntos, veo que
la mamá de Martina me mira con una cara fea, y se acerca rápido. Le grita a
Martina que se aleje de mí, le tironea el brazo, y eso me molesta mucho. Me
insulta diciéndome cosas feas, y no entiendo por qué me dice “negro”. Mi mamá
se acerca rápido, me corre y se pone frente a mí, mira feo a la mamá de
Martina, la mira con esa cara de cuando se enoja y me manda a dormir sin
postre. Aunque después se arrepiente, pero no creo que ahora se arrepienta con
la señora… se gritan, se dicen cosas feas, y miro que Martina se refriega los
ojos llorando, entonces la abrazo. Me siento más grande, me siento un hombre al
consolarla, aunque yo también quiero llorar, pero es mi deber como novio de
Martina consolarla y ser fuerte, así son los novios…
La mamá de Martina le pega una
cachetada a mi mamá diciéndole “negra de mierda” y “pendeja malcriada volvé a
tu casilla”. Mi mamá se enoja, no es bueno hacerla enojar; quiere pegarle a la
señora, pero me mira y se arrepiente, así que solo le dice que es una
maleducada y una mala persona.
Y mientras que con Martina las
miramos pelearse y gritarse, ella me mira, sonríe y me toma de la mano de
nuevo, mientras caminamos por las flores de la plaza…
***
No importa que mamá me odie, ni
que odie a Santi. No me importa que seamos distintos, porque yo lo quiero así,
así de bueno, así de lindo, así mío. Y por más que mamá grite, que me diga que
él es malo, no se lo voy a creer, no importa que me castigue, que me quite mis
juguetes, que me quite la televisión…
Y la mano de Santi se siente
calentita, me mira y sonríe. Caminamos por las flores, por el verde pasto de la
plaza, junto a las otras parejas de novios, pero ninguna pareja ni ningunos
novios se quieren más que nosotros…
No te preocupes Santi, yo te voy a
cuidar, y te voy a querer, siempre, y para siempre, hasta el cielo ida y
vuelta…
Woaaa *-* me gusto! ya que tenía ganas de leer algo, me tope con tu blog.
ResponderEliminarSaludos Jenny.
-Jacobo
[jacobomate.blogspot.mx]
Podrías pasarte por mi blog? http://losuenosdelayer.blogspot.com.es/
ResponderEliminarMe encantó tu forma de escribir
Si por casualidad quisieras leer más de mis relatos te dejo mi perfil en otra página http://www.wattpad.com/user/Kotoko98
Gracias y un saludo